Texto y fotos: Arnaldo Vigoa Linares El padre Jesús López explica a la gran concurrencia con sentidas y emotivas palabras el motivo de esta peregrinación nacional. María de La Caridad siempre está con nosotros. Es casi una imprudencia decir que debe seguir viaje; nadie quiere que se vaya tan de prisa; pero a su vez comprenden que tiene que ir a visitar a sus hijos enfermos del Hospital Julio Díaz; es entonces que los aplausos y vivas son ensordecedores. El trayecto no es largo, pero todos quieren saludarle a su paso; hay que detener el vehículo. Al llegar al hospital las emociones son mucho más fuertes. En este centro de rehabilitación muchos niños enfermos son levantados en brazos por sus familiares para que puedan verla y saludarla desde las terrazas. Fue muy buena la idea del padre Jesús López de hacer girar el carro en plena avenida y colocarlo frente a ellos, y desde allí les envía estampas de la bendita imagen con un niño que se acerca a la cerca. A unos pocos metros de allí, en la explanada del reparto Fontanar, una gran concurrencia con mucho respeto y silencio impresionante que es destacado por monseñor Rodolfo Lois, párroco de Corpus Christi, quien se ha unido a la peregrinación en esta zona. Las oraciones, los cánticos, la fe y devoción brillaron muy alto en Fontanar, en este recorrido histórico que realiza la bendita imagen de María de La caridad del Cobre por este nuestro pueblo del Wajay. Texto y fotos: Arnaldo Vigoa Linares
Antes de llegar este lugar la venerada imagen había visitado ya Guatao, la Prisión de Mujeres de Valle Grande y el reparto El Morado, y junto a ella en el recorrido nuestro Arzobispo, el cardenal Jaime Ortega. Era lunes y pocos creyeron –francamente– que el día y la hora propiciaran una rápida y sentida concentración de personas. Pero para sorpresa de muchos, cada vez eran más los que llegaban para aglutinarse alrededor de la Virgen. Hubo quien recordó que un hecho parecido no ocurría en la localidad desde hace cincuenta y nueve años. Asimismo, era fácil reconocer que tanto hoy como ayer, los vecinos seguían acunando la misma expresión de fe y confianza en la Virgen que identifica también a buena parte de los cubanos, de oriente a occidente. El peregrinar de la imagen mambisa por toda la Isla así lo ha probado. Aplausos, vítores a la Patrona de Cuba, lágrimas, cánticos y oraciones, brotados todos de forma espontánea, acompañaban el andar del pueblo junto a su Madre por la calle 269. La procesión mostraba signos de buena organización: delante, un niño de la catequesis llevaba entre sus manos las sagradas escrituras, le continuaban los acólitos con los ciriales. Detrás se adelantaban dos jinetes: un “mambí” que portaba nuestra enseña nacional y una linda cubanita que batía a su lado la bandera del Vaticano. Le seguían señoras de la comunidad que levantaban lemas alegóricos a la peregrinación. En un punto entre el Policlínico y el Hogar Materno, el cardenal Jaime Ortega y el reverendo Jesús López, detuvieron la marcha para saludar y bendecir a las futuras madres, que salieron hasta la terraza para saludar a la Virgen. También técnicos, enfermeros y médicos de ambos centros de salud corrieron al encuentro con la imagen mambisa. Las caras conocidas se volvieron pocas a medida que avanzaba la procesión. Imposible dar números, imposible emplear adjetivos que logren describir lo que se vivió y respiró; baste decir dos palabras: respeto y admiración. Las flores más sencillas, muchas tomadas de manera apurada de cualquier campo o jardín, fueron la mejor de las ofrendas. Todos querían cantar la canción que no sabían, la oración que quizás nunca habían escuchado… pero que pronto empezaron a repetir como para que se les grabara por siempre. Todos querían una estampa, un recuerdo… Sabían que la imagen de la Virgen continuaría viaje, pero María tenía que permanecer en y con ellos. Bien emotivo fue ver a los hermanos de la Logia Caballero de la Luz “Laureano García” incorporarse a la procesión luciendo sus atuendos y estandartes. La Caridad unía, de eso no quedaban dudas… Éramos más que ayer. La fe dormida tuvo su primer desvelo en el Wajay, este lunes siete de noviembre. El sueño despertó con María; ella lleva a su hijo Jesús en su brazo izquierdo, y en el derecho, la Cruz que debemos cargar todos. Una Cruz que se hace más liviana cuando llevamos a Cristo en nuestros corazones. Así decía una señora que iba del brazo de una joven con uniforme de Secundaria. De todas las intersecciones salían personas para ver y saludar a la Virgen. Cada vez se hacía más difícil avanzar. Al llegar al templo, bellamente engalanado, el sonido ensordecedor de las campanas, emocionó a la multitud. Con mucha dificultad lograron avanzaron los que custodiaban la imagen hasta lograr colocarla en el atrio del templo. Continuaron las lágrimas, los aplausos, las peticiones… Nuestro Arzobispo explicó entonces al pueblo congregado los motivos de esta peregrinación nacional que busca, en esencia, unir a los cubanos, llevar amor y esperanza a nuestra Nación. Luego, y a coro, se entonaron las notas del Himno Nacional y fueron soltadas al vuelo un centenar de palomas. La imagen permaneció en el atrio del templo hasta las cuatro de la tarde. Luego partió para visitar el cercano reparto Abel Santamaría, el Hospital Julito Díaz y el parqueo del reparto Fontanar. Una verdad quedó grabada: Este encuentro con María hizo historia en Wajay. Últimas horas en Wajay Sonaron las campanas, se congregó el pueblo. Comenzó la solemne misa en honor de la visita de la Virgen Mambisa a Wajay. Cánticos, alabanzas, y el templo impresionantemente lleno, dibujaron una realidad que sirvió de cierre a una jornada de amor en esta apartada localidad. Todos estaban felices, tranquilos y disciplinados. La Madre los miró desde su urna de cristal y cada cual le pidió, desde su interior, los parabienes presentes y futuros. La Virgen permaneció toda la noche en la Iglesia para recibir y compartir con sus hijos amados. Con el alba, y como es ya tradicional en esta comarca, los hijos regalaron a la Madre de Dios una diana mambisa. Desde Wajay, Ella partió nuevamente en su camino de amor hasta la capilla de la Madre Teresa de Calcuta, en la cercana localidad de El Chico. Eran justo las ocho y treinta de la mañana. ¡Gloria a Dios y a la Virgen!
La Virgen vino para el pueblo y el pueblo así lo sintió. La muy pequeña comunidad de la Capilla que lleva su nombre, Virgen de la Caridad, que se sintió muy honrada de que la Madre de todos los cubanos quisiera quedarse a pasar la noche allí, trabajó con cariño y esfuerzo para que todo el barrio se sintiera invitado. Con la ayuda de jóvenes de la Pastoral Juvenil y el coro de la Parroquia del Carmen, que vinieron a apoyarles, y con la gran colaboración de las mujeres de la Federación y el CDR del barrio, la acogida fue sencilla pero muy sentida, serena y alegre. Las palabras del cardenal Jaime Ortega calaron hondo en la gente, que también agradeció el gesto de su presencia, tanto en la llegada como en la despedida de la imagen. Texto: Hna. Susana María Moreno / Foto: Ana María Lorenzo Hernández
Un alto más en el camino Tomado de: Nosotros Hoy - Segmento noticioso del Sitio WEB de la COCC.
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